martes, 28 de septiembre de 2010

Las imperecederas hamburguesas de Mc Donals


La fotógrafa neoyorquina Sally Davis bajó hace cuatro meses a la calle, entró en un McDonald's y pidió un Happy Meal. Si es usted más de croquetas y siente una fuerza de repulsión interior que le prohíbe visitar un local de comida rápida, sepa que la Comida Feliz de la comanda es un menú básico compuesto por una hamburguesa y un paquetito de patatas fritas. La revoltosa Sally se cogió su comida, regresó a casa y colocó el filete ruso y los tubérculos sobre una mesa. Los iluminó, les buscó el mejor ángulo, liberó su cámara digital de la funda e inició una sesión de fotos que, con disparos diarios, se prolongó durante más de cuatro meses. Cada día, durante 137, Sally retrató el menú de la felicidad con la esperanza de captar cuan fugaz es la biología. Durante una primavera entera, Davis quiso constatar que la carne tiene la fea costumbre de corromperse; que la materia ni se crea ni se destruye, pero se transforma; que todo y todos somos apenas química, sometidos a las leyes insondables del universo y...
En fin, persiguió una serie de patrones científicos que los sabios de la historia han ido componiendo a base de cerebro, genio y horas de estudio y dedicación. Pero no. Nada de lo previsto sucedió. 137 días después de iniciar su experimento, el revoltoso Happy Meal seguía con el mismo aspecto. La ¿carne? había envejecido menos que Demi Moore y las ¿patatas? lucían tersas y esplendorosas. Es cierto que la tesis de partida de Sally era demostrar que la comida rápida es basura, pero consiguió algo mucho más inquietante. En las pucheros de McDonald's cocinan recetas capaces de contravenir las leyes más básicas de la física y la química. Franco dormía con el brazo incorrupto de Santa Teresa convencido de que algo que no envejecía encarnaba una naturaleza milagrosa. Lo sobrenatural está ahora a la altura de todos. Solo tiene que ir a un McDonald's y pedir un Happy Meal. Le espera un prodigio en su estómago.


Articulo de la voz de galicia del Dia 6 de septiembre de 2010
Autora: Fernanda Tabares

martes, 21 de septiembre de 2010

Una manera muy original de vender Bicicletas


La tienda de las bicis colgantes.

Mi amigo Alberto me envió el otro día un link dándome a conocer una idea diferente de esas que tanto me gustan Desde bicicleta.es nos muestran una tienda de bicicletas que, como reclamo publicitario, ha colgado 120 bicicletas en su fachada.Sorprende primero el número de unidades que les caben ya que, acostumbrados al tamaño de las tiendas de por aquí directamente vinculado al alto precio del metro cuadrado, nos cuesta imaginar que cupieran mas de un par de bicis en las fachadas de las tiendas de bicis (y quizás plegables).

Sorprende también lo bien que ha quedado y lo bien rematado del trabajo, que no es ninguna chapuza como uno se podría uno imaginar (sobre todo teniendo en cuenta mis dotes de bricolage).Según dicha entrada, la tienda está en la población de Altlansberg, a 60 km de Berlín, Alemania. Su dueño es el canadiense Peter Horstmann que llegó a Alemania a trabajar tras la reunificación y al poco tiempo montó una tienda de bicis de 60 m2. Actualmente, su bonita tienda tiene una superficie de nada mas y nada menos que 1.000 m2. Él mismo asegura que la idea surgió de casualidad cuando un empleado, a la pregunta de qué hacer con las bicis viejas que los clientes abandonaban en la tienda, respondió en broma “Cuelga la porquería en la pared”.Comenta que les llegaron a robar modelos de los años 30-40 dado su alto valor de reventa en e-bay. También que un cliente reconoció en la pared una bici que le habían robado hace muchos años pero que prefirió que siguiera en la fachada por lo bien que quedaba.


Las ventas de la tienda de Peter han subido un 40% desde que colgó las bicis. No sabe si la causa es correlativa o no pero el tal Peter es una tipo imaginativo y original. Mirad el simpático video promocional en la portada de su Web (para los que sepan alemán ;-) ). Gente emprendedora como Peter son un ejemplo a seguir por las Pymes para luchar con imaginación para mantener sus negocios y hacer subir la economía como la hiedra sube por la pared de su negocio.